El mundo de los que soñamos con viajar se divide en dos grupos. Están los que siempre sueñan con ver la Torre Eiffel y están los que les resulta un tanto indiferente hasta que se obsesionan con ella desde el primer momento en que la ven. En este último grupo me ubico yo. Al llegar a Orly, tomé un tren hacia Montparnasse. Sabía que tenía que llegar a Rue Raymond Losserand, distrito 14 de París, y que el hospedaje quedaba a 0.1 millas de la estación Pernety. Me bajé erróneamente antes de llegar a Pernety. Con muy pocas ganas de caminar con equipaje y sin wifi, terminé tomando un taxi hasta el hotel.
Desempaqué y, aunque ya era un poco tarde para salir (me clasifico como madrugadora y no como gárgola nocturna), me puse a buscar dónde podría ver el atardecer y la Torre Eiffel. ¡Eureka! En el Observatorio de Montparnasse, que quedaba solo a 15 minutos caminando desde donde me encontraba. Hacia allí me dirigí, luego de preparar el bulto con la cámara y los lentes. Cuando tomé la rotonda Place de Catalogne, la vi por primera vez. La Rue de Chateu le abre el paso. Le dije rápidamente a mi hija y las lágrimas le brotaron de la emoción. El Observatorio de Montparnasse se jacta de ser el edificio más alto de la ciudad (59 pisos), además de ofrecer una de las mejores vistas de la ciudad: un panorama 360° al aire libre. Los adultos pagan 19,00€ y los jóvenes entre las edades de 12 y 18 años pagan 15,00€. Si visita París, no puede perderse esta vista desde el Observatorio.
Retomemos la obsesión. Estuve un poco más de 4 horas allí, parada, absorta, embelesada, lela, enamorada del atardecer, de la vista. No me moví. Sabía que, si me movía, perdería mi lugar. La gente comenzaba a llegar y se paraba detrás de mí con la esperanza de que yo -convertida en estatua- cediera el paso. Admito que solo fue cedido brevemente en un par de ocasiones y por petición directa. Ahora que el recuerdo lo trae a la memoria, actuaba como si hubiese reservado y pagado 200,00€ por esa esquina ¿Alguien puede entender que amo los atardeceres y aquella noche París me regalaba uno de los atardeceres más increíbles y mágicos? Cada minuto que pasaba el cielo modelaba diferentes tonalidades rosas y naranjas. Muerta del frío, porque iba desabrigada, me petrifiqué tiritando en aquella esquina hasta que encendieron las luces de la torre.
Vista de la Torre Eiffel desde el Observatorio Montparnasse.
De regreso al hotel, volvimos a toparnos con la torre desde aquel ángulo que la Rue de Chateu regala. Desde ahí, disfrutamos del breve espectáculo de las luces, que comenzaba a las 11 pm.
Al día siguiente, nos dirigimos a ver la torre de cerca y a plena luz del día atravesando Champ de Mars. Ahí estaba. Monumental. Hermosa. Tomamos algunas fotos y cruzamos al Embarcadero, que es uno de los lugares que ofrece otra de las mejores vistas de la torre.
Vista de la Torre Eiffel desde el Embarcadero.
Al tercer día, la torre, ejerciendo todo su poder de atracción y seducción, me condujo nuevamente allí a disfrutar de otro atardecer. Esta vez desde Champ de Mars. ¿Quién puede aburrirse allí? Si es que te cansas de observarla, te entretendrás observando a la gente tomándose docenas de fotos. ¡Otro espectáculo más! Todos quieren la mejor foto de la torre, la más original, la más cool, el mejor selfie. La gente toma su tiempo y trabaja en su propio estudio fotográfico parisino. Llevan baguettes, pretenden que los comen, hacen picnics reales y falsos, cargan con mantas, globos, bouquet de flores, compran vino y cerveza para la foto, se cambian de ropa, se besan, posan haciendo asanas, se colocan su boina francesa. Y, si tienes suerte como yo, verás alguna propuesta matrimonial, seguida por una calurosa ola de aplausos. Todo eso intercalado con el grito del “Champagne, Champagne”, “Beer, Beer” de los vendedores de cerveza y de souvenirs. Fluye buena energía. Callados o sin parar de hablar, allí la gente parece feliz. Mi hija lo estaba y yo fui doblemente feliz por haberle cumplido uno de sus sueños.
¡Ah, los aires parisinos! París tiene otra vibra.
Vista de la Torre Eiffel desde Champ de Mars.
Espectáculo de las luces de la torre desde Champ de Mars.